Reconozco que pedir ayuda es un hábito que no generé; me acostumbré a no hacerlo porque me hace sentir vulnerable y a pesar de darme cuenta de esto, aún hoy en día, no me es fácil.
Les comparto esto porque cada día escucho a muchos que tampoco saben pedir ayuda. Quiero llevarles este mensaje para que reflexionen sobre qué tanto el no pedir ayuda los ha alejado de los demás. No necesitamos estar solos. Muchas veces es nuestra propia elección determinada por las creencias limitantes que tenemos y que han conducido nuestra vida, la mayoría de las veces inconscientemente.
A quienes esto les suene conocido, los invito a dar un primer paso hoy y reconocer si esta creencia la tienen dentro de ustedes y tomar acción. Una forma de hacerlo podría ser haciéndole una llamada o escribiéndole un mensaje a alguien diciendo: “necesito ayuda”.
